Miramos al cielo, más allá, al universo y nos sentimos parte de la creación. Pensar que la materia que compone las estrellas es la misma que forma parte de nuestros cuerpos, que todas fuimos alguna vez estrellas candentes en ese firmamento sin fronteras al que hoy miramos. El deseo de poder hacer sentir al otro su conexción con la esencia, con lo más puro que llevamos dentro, con ese foco de luz que nos alimenta y nos hace iguales, entre nosotros, humanos y con el resto de la naturaleza.